jueves, 3 de junio de 2010

Nadie gritará por nosotros...

Parece que la crisis, las guerras, las hambrunas, las catástrofes naturales... son una especie de maldición que siempre le toca a vivir a otros. Nos limitamos a sentir pena y a curar nuestra conciencia recurriendo a la "caridad", esa fórmula religiosa que sólo sirve para lavar nuestras miserias de gente afortunda.

Miramos la crisis y, como tenemos trabajo, nos duele, pero menos. Nos recortan el salairo, pero como todavía es suficiente, gruñamos pero aceptamos. Vemos como un estado terrorista sale impune tras matar a 12 inocentes y como la ONU no es siquiera capaz de condenarlo... y, sí, salimos un ratito a gritar a la calle. Nos limitamos a dar lo que nos sobra a paises que han quedado deshechos por catástrofes, por ejemplo Haití, y así podemos dormir tranquilos pensando que hemos cumplido con el 2bien de la humanidad". No nos damos cuenta de que estamos manipulados, que unos pocos nos controlan a todos, nos hacen caer en crisis económicas brutales para enriquecerse vilmente. Esos pocos, los que mandan, se ríen de nuestra caridad cristiana y de nuestra ceguera. Las guerras, las crisis, las catástrofes naturales, las injusticias, el hambre, las enfermedades son su negocio y nuestra miseria. ¿Hasta cuándo les vamos permitir que se rían?. Tenemos que cambíar el sistema, no merece la pena vivir para alimentar las cuentas corrientes de unos pocos con el sufrimiento de la mayoría, ¿o sí?. Recordemos lo qué escribió Martin niemöller, el pastor alemán, cuándo fué encarcelado por Hitler:

"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".

Sí, habrá un día en que ya no quedará nadie para gritar y ese día perderemos la ceguera y nos daremos cuenta de que ya es demasiado tarde.

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