miércoles, 9 de junio de 2010

Lo siento, yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio

Así empezaba el discurso más bonito que jamás he oído. Sí, el de Chaplin en El Gran Dictador, del que estos días se cumplen 70 años. Y pocas cosas han cambiado, el mensaje que sigue siendo aplicable hoy, tal y como lo ha sido siempre... y lo seguirá siendo. Hoy los dictadores extorsionan y esclavizan desde grandes mesas de despachos en rascacielos corporativos, pero son igual de tiranos y de crueles que los de antaño.
"Tenemos que ayudarnos unos a otros, los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacerlos desgraciados. No queremos odíar ni despreciar a nadie. En esta tierra hay sitio para todos... la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso... pero lo hemos perdido.


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